La implementación de soluciones de ciberseguridad con frecuencia se origina más en la reacción que en una estrategia planificada. Un intento por cerrar brechas poco entendidas o seguir una recomendación sin validar su aplicabilidad. Las decisiones aisladas generan omisiones que, con el tiempo, escalan hasta convertirse en problemas críticos. Un acceso mal gestionado, una alerta ignorada o una política desconocida puede habilitar riesgos evitables. El verdadero problema surge al invertir sin una dirección clara: sin definir qué proteger, por qué hacerlo y desde dónde. A continuación, identificamos los errores que comprometen la seguridad y cómo evitarlos desde una perspectiva técnica.