El desarrollo de software requiere decisiones estratégicas que impactan directamente la arquitectura, el rendimiento y la capacidad de evolución de cada solución. Definir una base técnica sólida desde el inicio garantiza estabilidad, adaptabilidad y continuidad operativa. Estos cimientos se construyen alineando los objetivos del proyecto con una planificación rigurosa y una coordinación efectiva entre los equipos. De este modo, las decisiones técnicas se alinean con las metas del negocio, optimizando la eficiencia y reduciendo riesgos. Analizar cómo se relacionan estas prácticas permite establecer criterios que fortalezcan la confiabilidad, seguridad y escalabilidad de las soluciones. En DIMA acompañamos a las organizaciones en la adopción de estas estrategias para consolidar proyectos de software robustos, eficientes y preparados para crecer.